lunes, 21 de noviembre de 2016

Estatua. Fernando Andrés Puga & Raquel Sequeiro

Estatua - Fernando Andrés Puga & Raquel Sequeiro

Poseidón está sentado en el trono. La ninfa, arrodillada a sus pies, apoya la cabeza sobre la falda del dios. La mano derecha del señor de los mares descansa sobre la cabeza de la ninfa que, a juzgar por las arrugas de la túnica que la cubre y la languidez con que caen sus cabellos, parece recién salida de las aguas. Uno de sus senos asoma entre los pliegues.
Cuando noté que Poseidón movía la mano, me sobresalté. No pensé que fuera a tocarme así, tal y como lo hizo.
Me deshice en agua y un llanto confuso brotó de mi garganta. ¿Por qué lo prefiere a él y no a mí? ¡Oh, el mordisco de los celos.! Perseo, Poseidón, su tridente... Vagaban en ese minúsculo recéptaculo de amor por una górgona. Lamenté no ser una estatua, que, incipiente, brotase del mar, con ese seno descubierto y una espada.


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