viernes, 1 de noviembre de 2013

Batalla naval


El capitán grita.
Brillantes las naves, que briosas en sus nubes de adoradas velas azotadas al viento cual cabelleras doradas y flamígeras, hunden sus garras en los confines oceánicos perlados de lacustre almíbar coralino.
—¡Basta! Me hundo —declara el capitán con el agua al cuello y la desesperación hasta la coronilla.
Brillantes las naves, que briosas en sus nubes de adoradas velas azotadas al viento cual cabelleras doradas y flamígeras, hunden sus garras en los confines oceánicos perlados de lacustre almíbar coralino.
—¡Maldito loro! ¡Deja de repetir mis versos! ¡No ves que estoy muriendo y jamás podré corregir tanto floripondio!
Brillantes las naves, que briosas en sus nubes de adoradas velas azotadas al viento cual cabelleras doradas y flamígeras, hunden sus garras en los confines oceánicos perlados de lacustre almíbar coralino.
La batalla ha terminado el capitán jamás volverá a escribir y el loro en vuelo libre repite…


Raquel Sequeiro & Lucila Adela Guzmán.

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