El peatón cruzó a paso ligero dos pasos de peatones verdes, un cuarteto
de escaleras rojas y siseantes, un mirador y a un marinero impertérrito
mirando al mar.
—Me hago mayor —susurró el viejo—. No sabía nada de Ciudad Fantasía. ¿El reto de no perder la ilusión, le llamáis? —agregó, sin dejar de mirar por el diminuto agujero.
—Si no dejas
el catalejo, viejo, todo lo verás disforme. Acércate a la ventana. Yo
me voy a trabajar; aún tengo que cruzar un acueducto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario