Mary
no estaba en su casa. Mary no estaba en el tejado. Mary no estaba con
el gato. Mary dejó de
estar
ensangrentada, la ensangrentada Mary. Mary dejó el paraguas al
entrar, el suelo resbaladizo por
la
lluvia, mojado por el agua, el agua del paraguas escurriendo calle
abajo. La cabeza de la
atolondrada
Mary con los cabellos empapados.
No,
Mary no estaba en su ataúd, la pobre Mary. Con sus uñas afiladas.
Aquí no no hay niños, Mary, delante del espejo se puede pronunciar
su nombre. ¿A qué vamos a jugar para justificarnos? La inocencia es
el primer lastre que se abandona, oh, Mary, es que ya no hay caras
felices. Pero creo lo sabías.
Tarde
o temprano anochece.
Raquel Sequeiro & Alejandro Bentivoglio
Raquel Sequeiro & Alejandro Bentivoglio
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