El aislamiento en el que vivía Dardo Amoroso procedía de su exagerada
destreza para hacer cualquier cosa que se propusiera. Cuando lo
frustraban no le resultaba difícil destacarse en algún otro plano,
desarrollar un aspecto alternativo del invento o descubrimiento fallido,
aunque lo que no podía evitar era esconderse, ocultarse del mundo y de
la gente. Pero nunca se preocupaba mucho por nada ni durante demasiado
tiempo. Salía en las horas de luz nocturna, cuando las farolas grandes
estaban apagadas y los diminutos LEDs encendían los recónditos rincones
de la ciudad. Pese a ello seguía incólume en su ostracismo. Al topo que
caminaba bajo la hierba del parque le pareció un tipo sumamente
interesante; a Dardo Amoroso le importaba sólo hacer fotografías, se
había estropeado su ordenador y no le apetecía dibujar. Por la mañana le
haría una visita a Onda Acuática para dejarle un regalo en la bañera.
Sergio Gaut Vel Hartman & Raquel Sequeiro
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