viernes, 1 de noviembre de 2013

El topo

El aislamiento en el que vivía Dardo Amoroso procedía de su exagerada destreza para hacer cualquier cosa que se propusiera. Cuando lo frustraban no le resultaba difícil destacarse en algún otro plano, desarrollar un aspecto alternativo del invento o descubrimiento fallido, aunque lo que no podía evitar era esconderse, ocultarse del mundo y de la gente. Pero nunca se preocupaba mucho por nada ni durante demasiado tiempo. Salía en las horas de luz nocturna, cuando las farolas grandes estaban apagadas y los diminutos LEDs encendían los recónditos rincones de la ciudad. Pese a ello seguía incólume en su ostracismo. Al topo que caminaba bajo la hierba del parque le pareció un tipo sumamente interesante; a Dardo Amoroso le importaba sólo hacer fotografías, se había estropeado su ordenador y no le apetecía dibujar. Por la mañana le haría una visita a Onda Acuática para dejarle un regalo en la bañera.

Sergio Gaut Vel Hartman & Raquel Sequeiro

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